viernes, 18 de abril de 2014

EDUCAR PARA LA LIBERTAD Y LA RESPONSABILIDAD


Uno de los aspectos más preocupantes del momento actual es el empobrecimiento de la vida espiritual de la gente. Lo auténticamente espiritual es siempre creativo. El declive de la creatividad se manifiesta en la actividad artística, ética, política, urbanística….. No  resulta, en verdad, extraño que las máximas autoridades políticas sientan preocupación por frenar la tendencia depauperante y fomentar una forma de educación en valores que garantice un desarrollo cabal de la personalidad humana.

Quizás no del todo ajenos al desempleo y sus consecuencias, la violencia juvenil, el desarraigo y el recurso a la drogas (en los jóvenes) son también motivos de especial preocupación. Deberíamos preguntarnos si los valores que estamos inculcando a nuestros jóvenes son los más adecuados para su desarrollo personal, y si no podemos hacer más para que nuestros hijos no estén sometidos con frecuencia a mensajes moralmente empobrecedores, cuyos efectos son socialmente negativos.

Educar para la libertad y la responsabilidad no es tarea fácil si no nos afanamos todos en desmontar esa presión social a la que la juventud es especialmente sensible, y que entre todos hemos creado y aceptado. No obstante, sabemos que nuestra juventud es capaz de grandes cosas: una juventud que trabaja y se esfuerza, que es altruista y solidaría, que entrega su tiempo y sus recursos a las causas de la cooperación, que incluso busca con desinterés admirable aquellos lugares del Tercer Mundo en que su esfuerzo y su trabajo pueden dar de más a quien tiene menos.

La libertad es un bien deseable, pero a la vez constituye una llamada a la responsabilidad, a tomar las riendas del propio destino. Ello hace que la libertad nos aparezca como algo fundamental e indispensable en la vida.

La libertad verdadera se afirma en la verdad.

La verdad no puede verse como algo ajeno que se nos impone desde fuera. La verdad es la patentización de la realidad. Ésta nos ofrece posibilidades para ejercitar nuestras potencias y desarrollar nuestra personalidad. Al asumir tales posibilidades, creamos con la realidad que nos las ofrece un campo de juego común, y en éste se supera la desavenencia entre el dentro y el fuera. Somos plenamente libres al servir a la verdad.
 
 
 
M:.M:. Héctor PINGLO GARCIA
 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario