La historia de Magister 150, comienza en el Templo de Rufas, donde los días Lunes trabajaban dos logias juridiccionadas a la que fue la Serenísima Gran Logia del Rito Escocés Antiguo y Aceptado del Perú. Estas logias eran Delta n°2 y Magister n° 7.
Sucedió que un lunes de Julio del año 1987 al ingresar al parvis del Templo, se nos comunico que no podíamos realizar nuestros trabajos debido a que habían “problemas de posesión del Templo de Rufas”, y así desconcertados nos quedamos averiguando del porqué de esta “toma del Templo”. Luego de ese Lunes, todos fueron iguales, la diferencia era solamente los comunicados de “irradiación” a un grupo de hermanos, luego el retiro de las Cartas Constitutivas de algunos talleres y apertura de juicios masónicos. En este clima de incertidumbre los hermanos nos fuimos desanimando de continuar esperando la solución que no llegaba. Algunos hermanos decidieron ya no participar y comunicaron su alejamiento. Sin embargo, un grupo de hermanos consigue un espacio para continuar los trabajos en una cochera de propiedad del que en ese tiempo era el Serenísimo Gran Maestro: Francisco Doberti. Estos trabajos duraron unos cuantos meses, en los que se seguían iniciando hermanos. El entusiasmo era verdaderamente sorprendente, además de las ganas por hacer masonería en armonía y sin problemas.
Sucedió que un lunes de Julio del año 1987 al ingresar al parvis del Templo, se nos comunico que no podíamos realizar nuestros trabajos debido a que habían “problemas de posesión del Templo de Rufas”, y así desconcertados nos quedamos averiguando del porqué de esta “toma del Templo”. Luego de ese Lunes, todos fueron iguales, la diferencia era solamente los comunicados de “irradiación” a un grupo de hermanos, luego el retiro de las Cartas Constitutivas de algunos talleres y apertura de juicios masónicos. En este clima de incertidumbre los hermanos nos fuimos desanimando de continuar esperando la solución que no llegaba. Algunos hermanos decidieron ya no participar y comunicaron su alejamiento. Sin embargo, un grupo de hermanos consigue un espacio para continuar los trabajos en una cochera de propiedad del que en ese tiempo era el Serenísimo Gran Maestro: Francisco Doberti. Estos trabajos duraron unos cuantos meses, en los que se seguían iniciando hermanos. El entusiasmo era verdaderamente sorprendente, además de las ganas por hacer masonería en armonía y sin problemas.
Pero esta situación se tornó insostenible, se seguían irradiando hermanos, pasaban los meses y nada parecía cambiar. En esta coyuntura el hermano Orlando Mendoza Aservi quien entonces era Comp:. Mas:. contacto con el Gran Maestro de la Gran Logia del Perú, Luciano Baquerizo Zumaeta, a quien le interesaba sobremanera de que se unificarán estas logias, que quedaron luego del Cisma del año 1966, por lo que las invita a unirse al seno de la Gran Logia del Perú. Ante esa propuesta, se reunieron todos los maestros masones en casa del R:.H:. Enrique Pino Villalta, y acordaron dejar la “Serenísima”, y juridiccionarse a la Gran Logia del Perú.
En estas conversaciones también tuvo mucho que ver el hermano Ángel Pacchioni (Or:. Et:.) de la Logia Perfección N°107, y es así que en bloque se pidieron las Cartas de Cese y Quite, que se otorgaron sin problemas, (19/02/1988) ya que los hermanos que formaban estas dos logias no habían tomado parte en ninguna discusión, y no había motivo para mayores problemas. Es así que la “Serenísima” queda desmembrada, y algunos hermanos vieron con malos ojos de que nos fuéramos, otros quedaron en la expectativa de que esto sea cierto.
Una vez desafiliados de la “Serenísima”, se estaba en espera de que sea la Gran Asamblea de la gran Logia del Perú quien apruebe o no la afiliación de estas dos logias. Es así que llega el 26 de Marzo de 1988. Donde 29 hermanos de Delta N° 2 y 11 hermanos de Magister N° 7, en total 40 masones entre aprendices, compañeros y maestros, fueron recibidos en Gran Asamblea, conformando la novísima logia Magister N° 150, y como Ven:. Mae:. se eligió al R:. H.. Enrique Pino Villalta. Es a tal día al que el Gran Maestro Luciano Baquerizo, le llamó “El día de la unificación de la Masonería Peruana”.
En esta ceremonia se podía apreciar el nerviosismo de todos los hermanos, y en las afueras del Templo se esperaban los resultados de esa Gran Asamblea, que por cierto fue una emotiva ceremonia que jamás olvidaremos. Luego de ese día, las logias que quedaron, una a una fueron incorporándose a la Gran Logia del Perú.